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jueves, 20 de julio de 2017

Soja transgénica o dependencia alimentaria

DESMITIFICANDO LA SOJA TRANSGENICA, O SEA MONSANTO.

Ricardo Martin Almada

El objetivo de este escrito, es esclarecer la situación de la soja transgénica en Paraguay, que se encuentra en el centro del debate en la opinión pública desde la propuesta de Impuesto a la soja.

La propuesta del FG y el PLRA de gravar la exportación de soja transgénica con un 15%, fue directamente respondida por el oficialismo con un proyecto de Ley que prohíbe todo impuesto a la exportación de granos, de tal manera que no pueda siquiera gravarse en el futuro. Como podremos ver, con ésta guerra de ideas sobre la pertinencia o no de los impuestos, perdemos de vista el fondo del problema.

No se puede partir el análisis del problema enfocándonos en la soja, ni siquiera los sojeros, el latifundio o la pertinencia o no de unos impuestos. Creemos que de por sí es grave que se esté por promulgar una ley que prohíba los impuestos a la soja transgénica, pero es aún más grave que ningún político paraguayo haya planteado siquiera la prohibición de los transgénicos y agrotóxicos en nuestro suelo, y a continuación explicaremos por qué, desmitificando algunos de los frecuentes argumentos de los defensores de este crimen ambiental y contra la salud humana.

Los productores de soja de nuestra región, hoy día, no tienen más opción que cultivar semillas transgénicas “Roundup Ready” de Monsanto,  modificadas genéticamente (Siglas OGM’s) para tolerar el insecticida y herbicida “Roundup”. En cierta forma, se pueden incluso considerar peones de un sistema a nivel mundial que no les deja muchas alternativas.

•¿Qué son las semillas genéticamente modificadas (OGM’S) Roundup Ready?

Significa “Listo para el Roundup”. Es el nombre comercial de las semillas modificada genéticamente, vendida por Monsanto a productores de todo el mundo, y también de nuestra región. La semilla está modificada con el único objetivo de ser tolerante al Roundup (nombre comercial del Glifosato), veneno herbicida y pesticida. En nuestro país se cultiva soja, algodón y maíz Roundup Ready, resistentes al veneno.

•¿Qué implica la tolerancia al Glifosato (Roundup)?

Ser tolerante al glifosato, significa que el veneno glifosato no va a matar esta soja, maíz o algodón modificado, pero sí toda vida orgánica que se encuentre en su entorno. No  sólo mata las malas hierbas, sino toda forma de vida natural, no modificada genéticamente.

•¿Por qué no tienen más opción que cultivar semillas Roundup Ready?

Una vez que comienzas a utilizar glifosato, no tienes más remedio que utilizar en todo tu campo y su entorno las semillas modificadas por Monsanto para tolerar el glifosato. Es por esto que los productores de soja, no hacen sino cultivar más y más soja, maíz o algodón transgénico, y los pequeños antiguos productores orgánicos, no tienen más alternativa que cultivar soja transgénica: NADA MÁS CRECE.

Por supuesto, tampoco ninguna comunidad humana resiste este avance de la soja y de los venenos que ella conlleva. Este veneno trae enfermedades, muerte, y expulsión del campo, de las cuales hablaremos más adelante.

La única empresa dueña de la patente de las semillas Roundup Ready es Monsanto. Monsanto es una compañía química, que se publicita como líder en soluciones agrícolas sostenibles y ecológicas. En el año 1996, durante el mandato de Bill Clinton, Monsanto publicitó su ingeniería genética para el control de plagas y de maleza logró convencer a miles de agricultores de su empleo. Parecía una idea prometedora, pero hay que fijarse en los antecedentes de la empresa de dónde provenía.

HABLEMOS DE MONSANTO
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Monsanto es una empresa química (no agrícola) que se desarrolló a través de la producción de armas químicas, y son especialistas en todo tipo de venenos.

Producen las sustancias más letales del mundo: DDT, PBC, Dioxina, Sacarina, Agente Naranja, Aspartamo, hormona del crecimiento bovino, etc. El glifosato es derivado de productos generados para la guerra, fue originalmente desarrollado para que enemigos de infantería queden inmovilizados durante la guerra de Vietnam. Monsanto es la gran responsable del famoso Agente Naranja, arma de guerra que hasta hoy día produce terribles malformaciones congénitas en Vietnam.

Fue recientemente comprada por Bayer para limpiar su imagen a nivel mundial, y sus acciones están divididas entre las grandes familias dueñas de fondos de inversión de Estados Unidos lideradas por el grupo Rockefeller: JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Microsoft Corp, Blackrock Fund Advisors, Apple, etc. Monopolizan a esta altura las semillas de casi todas las especies y son dueños de las patentes de glifosato (veneno herbicida y pesticida). Especulan con los precios internacionales con los alimentos y están vinculados con las empresas que comercializan los granos.

Monsanto fue responsable en los años 70 de la mayor contaminación por PCB (aislante en generadores eléctricos) en el mundo, precisamente en la ciudad donde se producían: Anniston, Alabama, Estados Unidos, donde hasta hoy día cada persona conoce su nivel de PCB en sangre. El PCB era deliberadamente vertido en canales de agua a cielo abierto, y consumido por la población. Los residentes de la zona habían sufrido cáncer, enfermedades hepáticas y enfermedades neurológicas. Según investigaciones realizadas en EE.UU. en 2011, este elemento sigue apareciendo en la sangre de los habitantes, mientras que otros estudios relacionan el PCB con el autismo. En 2003, Monsanto pagó más de 600 millones de dólares a los vecinos de Anniston en concepto de indemnizaciones, una suma insignificante en comparación con sus ganancias. Literalmente, les conviene matar a la población y prever pequeños montos para indemnizar.

PCB es lo mismo que “Askarel”, aislante principal de los transformadores de la ANDE, que siguen usándose pese a que fue prohibido en todo el mundo en los años 80. Es una de las principales causas del visible aumento del cáncer en el mundo, y fue liberado al ambiente durante el incendio en San Lorenzo, en 2015.

Hoy día, Monsanto está bajo la mira de un Tribunal Internacional organizado por la Sociedad Civil en la Haya, cuyo último dictamen consultivo es de abril de 2017, entre otros por crímenes de guerra, crímenes ambientales, contra la salud y los Derechos Humanos. El proceso sigue en marcha:

http://www.monsanto-tribunale.org/upload/asset_cache/899082926.pdf

https://www.pressenza.com/es/2017/04/fallo-la-haya-monsanto-culpable-del-delito-ecocidio/

http://www.infobae.com/sociedad/2017/04/18/monsanto-hallado-culpable-por-danos-a-la-salud-y-el-ambiente-crimenes-de-guerra-y-ecocidio/

Otro motivo por el cual los agricultores no tienen muchas opciones sobre lo que cultivan, es que Monsanto se ha venido apoderando de todas las semillas del mundo, las ha patentado y ha prohibido la siembra y tenencia de especies orgánicas.

En los pasados 40 años, el mundo ha perdido el 80% de las semillas naturales como consecuencia de que Monsanto, entre otras, se apoderaron de ellas y lanzaron al mercado sus versiones modificadas genéticamente para ser tolerantes a sus propios venenos. Al empezar Monsanto en 1996 a vender los granos de soja Listos para Roundup, sólo el 2% de los granos portaba este gen. Para el 2008, el 90 % de los granos de soja de EEUU contenían el gen patentado.

Monsanto prohíbe en Estados Unidos en el año 1996 que los agricultores guarden semillas patentadas para resembrarlas al año siguiente. De esta manera los agricultores deben comprar nuevas semillas año tras año. Al comienzo de dicha prohibición, los granjeros se mostraron sumamente descontentos, pero al cabo de 11 años ya la aceptaron. ¿Cómo lo aceptaron? Monsanto actuó como una mafia psicópata de matones corporativos, con persecución,  extorsiones, acusaciones falsas y robos disfrazados de legales a millonarios a los propios agricultores.

Monsanto prohibió a productores de guardar sus semillas patentadas, cuando lo que realmente eran semillas orgánicas. Llevaron a estos granjeros a la Corte, haciéndoles quebrar con los gastos judiciales, aun cuando los cargos en su contra eran un gran montaje. Los demás agricultores tomaron el mensaje, y dejaron de guardar semillas de todo tipo, sean orgánicas o patentadas. No hay manera de defenderse contra Monsanto, y ésta fue la forma como lo aceptaron su dominio. Hasta hoy día, un plantel de 75  detectives privados de Monsanto recorre todo Estados Unidos para investigar y llevar a la corte a los granjeros que osen guardar semillas. Hay también un perverso sistema de llamadas para denunciar al vecino,  solamente necesitan colocar unas cuantas semillas de Monsanto en su granero para quebrarlo.

Los limpiadores de semillas, necesarios para guardarlas una vez cosechadas, es un oficio que ha existido desde el Siglo XIX, y ha desaparecido por esta prohibición de Monsanto. Este oficio, uno de los más humildes en la cadena agrícola, ha sido acusado por Monsanto de “Incitar al delito contra la propiedad intelectual”. Nadie puede guardar sus semillas y resembrarlas. Familias de granjeros que han sido productores por generaciones, se quedaron sin tierras y sin semillas gracias a Monsanto.

La corrupción para instalarse en Estados Unidos ha sido flagrante. Existe también algo llamado “La puerta Giratoria”. Consiste en que empleados de Monsanto, van y vienen como funcionarios de los organismos regulatorios en Estados Unidos, como la FDA (Agencia reguladora de alimentos), la EPA (Agencia de Protección Ambiental), y la Corte Suprema de Justicia. Justamente uno de estos funcionarios, Clarence Thomas, fue el que sentó precedente en la gran injusticia mencionada más arriba, contra productores acusados falsamente de almacenar semillas patentadas.

Otro de estos funcionarios de Monsanto, Michael Taylor, pasó de Monsanto a la FDA. Fue quien propulsó que los alimentos transgénicos no sean etiquetados como tales, en un perverso juego como juez y parte. Es su responsabilidad que no podamos decidir si comprar o no alimentos transgénicos, no tenemos manera de diferenciarlos, y no solo en USA sino en todo el mundo.

En un documental sobre estos temas
(https://www.youtube.com/watch?v=Zfzk9H_VXC8 ),
una mujer entrevistada teme hablar sobre cómo los AUGM’s modificaron sus hábitos alimenticios. En Estados Unidos está prohibido criticar a la industria alimentaria, se denomina “Ley de difamación de verduras”, y lleva a la cárcel a cualquier ciudadano, en especial si no tiene dinero para pagar.

En Brasil, segundo cultivador mundial de GMO, los agricultores no quieren terminar como los estadounidenses y por eso tomaron cartas en el asunto y acudieron a los tribunales. 5 millones de agricultores de soja brasileros demandaron a Monsanto en junio de 2012.

India es el tercer productor mundial de algodón. En 1999 Monsanto compro Maiko, la primera empresa productora de semillas del país. Dos años más tarde, el gobierno indio autorizo los cultivos BT, denominado Bolgart, que fueron manipulados para fabricar un insecticida que supuestamente repele los ataques del gusano americano, cuatro veces más caras que las semillas convencionales. Para conseguirlas, los campesinos se ven obligados a empeñarse con intereses de usura. Si la cosecha es mala, van a la quiebra. Es una espiral infernal que está diezmando las aldeas indias. Como según las leyes indias, cuando muere el dueño de la deuda ésta se considera pagada, hay una epidemia de ahorcamiento de campesinos indios: es la única manera de salvar a sus familias del desastre.

https://www.youtube.com/watch?v=se97cK0Uj1M

La meta de Monsanto es controlar la cadena alimentaria. Los transgénicos son un medio para esa meta. Y las patentes una forma de lograrlo. La primera etapa de la “revolución verde” ya quedó atrás, fue la de plantas de alto rendimiento con utilización de pesticidas y la contaminación ambiental. Ahora estamos en la segunda etapa de esa “revolución”, donde la clave es hacer valer las patentes sobre los alimentos. Esto no tiene nada que ver con la idea de alimentar al mundo, como se publicitó en su momento. El único fin es aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Monsanto gana en todo.

Todos deberíamos poder conocer nuestro nivel de Glifosato en sangre, se han hecho pruebas independientes y no hubo una sola persona sin niveles de glifosato. Para demostrar cómo el glifosato afecta la salud, aun cuando se está a cientos de kilómetros de los campos de cultivo, el periodista Sergio Federovisky, en Ambiente y Medio, sábados a las 16 en la TV Pública Argentina, denunció que en un análisis de sangre le encontraron esta sustancia.

http://www.infobae.com/economia/rse/2017/04/17/tengo-el-veneno-del-glifosato-en-la-sangre/.

Un grupo de estudiantes de la Facultad de Agronomía de la UBA también desarrolló un test sencillo y rápido de detección de glifosato en muestras de agua, suelo y alimentos.

http://sobrelatierra.agro.uba.ar/desarrollan-un-test-de-deteccion-de-glifosato/

Al conocer nuestros niveles de Glifosato en sangre, podríamos saber también que probabilidades hay de desarrollar cáncer, u otras enfermedades, y en cuanto tiempo. Que se desarrolle depende de varios factores, pero lo cierto es que todos tenemos glifosato en sangre, y una alta probabilidad de tener cáncer en pocos años y otras enfermedades no menos letales.

LA SOJA DE MONSANTO EN PARAGUAY.
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Argentina fue el primer país de Latinoamérica en autorizar la soja Roundup Ready, en 1997. En Paraguay también comenzó a sembrarse de manera ilegal y clandestina desde entonces. En 2001, bajo mandato de Luis González Macchi, se flexibilizaron prácticamente a espaldas de la opinión pública y sin ningún tipo de estudios, las condiciones de entrada de las semillas transgénicas.

http://aprosemp.org.py//uploads/Resolucion_MAG__No_631_se_flexibilizan_las_condiciones_de_permiso_de_introduccion_de_soja_modific.pdf

Y, finalmente, en 2004 se libera la soja RR de manera oficial, ya durante el mandato de Nicanor Duarte Frutos.

http://www.eluniverso.com/2004/10/20/0001/1064/AA35A462B8A44EDFAB7F2A6B9ED4A78B.html

El contrabando fue un gran negocio para Monsanto. Desde que fue legalizada en 2005, han conseguido que cada productor pague derechos por cada tonelada de soja producida. Igual que en Brasil. Desde entonces, la deforestación avanza a Paraguay, expulsando a los pequeños campesinos.

Fernando Lugo llega al poder en 2008 apoyado por sectores populares y luchas campesinas con la esperanza de una Reforma Agraria.
En 2010, productores campesinos impulsaron un proyecto de ley que nunca prosperó “De protección de las 24 especies nativas de maíz”.

El maíz es central para la alimentación paraguaya, es un baluarte de nuestra identidad, historia, y soberanía. Por supuesto que su protección no conviene a Monsanto. En 2011, Monsanto generó 30 millones de dólares en ganancias que no pagan impuestos en el país. Aproximadamente tres millones de hectáreas de soja transgénica son cultivadas en Paraguay, produciendo 7 millones de toneladas en 2010.

http://www.baseis.org.py/base/adjuntos/Relatoria%20Audiencia%20p%C3%BAblica%20Ley%20del%20Ma%C3%ADz.pdf

Pocas semanas antes del golpe parlamentario,  la SENAVE había obstaculizado, la entrada de una variedad de algodon trasgenico “por carecer de los dictámenes del Ministerio de Salud y de la Secretaría del Ambiente, tal como exige la legislación”. Esta decisión movilizó a la UGP, organización de terratenientes y empresas agroindustriales. Se encontraban organizando un tractorazo para el 25 de junio, pero que nunca necesito concretarse ya que Lugo es destituido tras la masacre de Curuguaty. En este contexto, no es muy difícil suponer que el poder de Monsanto pudo haber estado detrás de éste lamentable episodio que costó la vida a 17 compatriotas.

Varios analistas subrayan la relación directa entre la destitución de Lugo y una cercana liberalización de las semillas transgénicas, principal negocio de los agroindustriales que concentran la tierra en el país. Si bien el gobierno de Lugo fue tibio y se pasó haciendo concesiones a grupos de poder, los intentos de obstaculizar a los transgénicos le valieron el puesto. Tal es el poder de la mafia de Monsanto. La demonización mediática de los movimientos campesinos se inserta en esta lógica, encabezada por el grupo Zucolillo, socio de Cargill, gran empresa de logística agropecuaria que opera de la mano con Monsanto.

El 20 de agosto de 2012, la primera obra de Gobierno de Federico Franco fue la de dar luz verde a Monsanto en Paraguay, pese a las protestas populares.

https://www.youtube.com/watch?v=UgbYJq_0Jv8 ,

“transgrediendo leyes, tratados, y todo rigor técnico y científico”, autorizó “en forma excepcional, por Decreto, el uso comercial de por lo menos dos variedades de algodón genéticamente modificado que poseen genes apilados Bt y RR”.

En 2014, tras varias protestas de sojeros por el excesivo costo de las patente, Monsanto liberó en Paraguay el pago de regalías sobre la soja cultivada, ésta es la razón por la cual el negocio crece tan rápidamente en Paraguay, y con un gran contento de grandes terratenientes brasiguayos como Tranquilo Favero, quien no paga impuestos ni regalías, mientras se contamina e inutiliza el suelo y el ambiente paraguayo. Esta liberación sin embargo no implicó una renuncia a la propiedad intelectual.

Es interesante analizar cómo en territorio paraguayo el avance de la soja se abrió lugar flexibilizando sus requerimientos, como si quisiera entrar a toda costa, aún sin réditos económicos para Monsanto. Paraguay se trata de una región clave y estratégica a nivel geopolítico para el control de nuestros recursos naturales desde EEUU.

http://ar.reuters.com/article/topNews/idARL2N0CJ2BC20130327

Para hoy día, el 90 % del suelo cultivable paraguayo está sembrado con soja transgénica. Además, se siembra algodón y maíz transgénico, con lo cual el 90% de los cultivos del país son genéticamente modificados. Mientras los paraguayos consumimos verduras importadas, en nuestro suelo se siembra soja transgénica para beneficio de las grandes transnacionales alimenticias como Nestlé y Kellogs y de la industria de ganado, cerdo y pollo, también transgénicos. El otro 10% de los cultivos son de otras hortalizas, y no abastecen la demanda alimentaria del Paraguay, por lo que se hace necesaria la importación de alimentos de Argentina y Brasil, a elevados costes, que los paraguayos sentimos perfectamente en el bolsillo cada vez que vamos de compras.

(http://www.elagro.com.py/agricultura/el-90-de-los-cultivos-del-pais-son-geneticamente-modificados)

Según las últimas estadísticas a nivel mundial, Paraguay es el sexto país con más cultivos de transgénicos, sumando 3,6 millones de hectáreas, mayormente de soja. De esta manera, nuestro país se posiciona ya directamente después de Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá e India, cada uno de ellos de enorme superficie y de población multimillonaria, en comparación con la de nuestro país.

http://www.ultimahora.com/transgenicos-n1088045.html

De por sí es grave que se esté por promulgar una ley que prohíba los impuestos a la soja transgénica, pero es aún más grave que ningún político paraguayo haya planteado siquiera la prohibición de los transgénicos y agrotóxicos en nuestro suelo.

Los cinturones de pobreza que vemos en las principales ciudades del Paraguay, el trabajo informal, los cuidacoches, limpiaparabrisas y la pobreza en las calles y los barrios que muchos prefieren no mirar directamente, se debe a la expulsión de campesinos que se vieron literalmente barridos por la soja. Éstos jóvenes deberían estar sembrando en el campo, no recibiendo a diario maltrato y desprecio por no encontrar otra forma de sustento. Los campesinos son la base del sustento y la soberanía alimentaria de un país, pero están siendo desplazados por el agronegocio asesino de la soja, mientras sus justas reivindicaciones son despreciadas por los asuncenos por que paran el tráfico, mientras existe un genocidio silencioso de Monsanto. No existe una separación entre el campo y la cuidad, somos resultado de lo que ocurre en el campo una y otra vez.

En las comunidades campesinas paraguayas asediadas por la soja, han aumentado en los últimos años los casos de malformaciones genéticas, cáncer, leucemia y enfermedades de todo tipo. Podemos observar que entre nuestros conocidos, cada vez hay más enfermos de cáncer, ya que casi todo lo que comemos tiene restos de glifosato, ya que la soja transgénica se utiliza como ingrediente principal de la mayoría de los alimentos procesados que compramos en el supermercado. A ésta altura, la mayor parte de la población, y no sólo campesina como muchos creen, tiene una importante proporción de glifosato en sangre.

La gran región de la soja, que incluye territorio argentino, brasileño y paraguayo es una especie de patio trasero de unas pocas corporaciones alimentarias de animales, también transgénicos (la soja se usa para su engorde), y para la producción de alimentos procesados, entre otros usos para biocombustibles, máquinas industriales, aeronaves, etc.

Crear impuestos a la exportación, ignorando el hecho de que el problema de fondo es el ecocidio y consecuente genocidio es una manera de avalar y ser cómplices de éstos crímenes. Ni con todo el dinero proveniente de impuestos podremos  salvar la tierra y la vida de esta generación y las siguientes. Crear impuestos a la exportación, sin diferenciar si es una exportación a gran escala o a pequeña escala, sería otro despropósito, ya que quienes lucran más, deben aportar más. Sin embargo, la proporción de los impuestos es una discusión posterior al hecho de eliminar el uso de semillas transgénicas y agrotóxicos, ya que los pequeños productores contaminan el suelo, el aire y el agua en igual medida que los grandes productores, al utilizar la misma semilla y el mismo veneno. Asesinato es asesinato así se trate de una o de mil personas.

Como política de estado, para el uso de la tierra se debe priorizar para una agricultura diversa, ecológica, orgánica, que proporcione sustento a familias campesinas tanto para la venta como para el autoconsumo, y que sean el eje de la economía de todos los pueblos del Paraguay. Si esta agricultura incluye soja, bienvenida sea, pero de manera sostenible y equilibrada. El avance de la soja transgénica debe detenerse cuanto antes, y el uso de transgénicos, herbicidas y pesticidas, prohibirse absolutamente.

MITOS Y ARGUMENTOS QUE SOSTIENEN LOS DEFENSORES DE LA SOJA TRANSGÉNICA.
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•Mito 1: "La soja es necesaria para alimentar al mundo"

En primer lugar, debemos tener en cuenta el contexto global en que Paraguay, Argentina y Brasil están entre los siete mayores productores de soja del mundo. Hay personas que creen que no tenemos más opción que producir soja porque el mundo la necesita para alimentarse.

Para hacernos una idea, sólo la producción argentina de alimentos podría alimentar dos planetas tierra completos, mientras 1.500 millones de personas en el mundo sufren hambre. A la vez, 1.000 millones de personas son obesas, no por elección o gula, sino porque la oferta de alimentos procesados (muchos de ellos con soja como ingrediente esencial) es la que predomina en todos los supermercados del mundo.

Es fundamental comprender que la alimentación, a nivel mundial, se encuentra controlada por grandes corporaciones y es un gran negocio. La soja es fundamental para mantener este negocio corriendo, no para alimentar al mundo. No hay hambre a causa de “la falta de alimentos”, sino debido a los controles y especulaciones de la gran corporación alimentaria. Algunas de estas empresas son: Unilever, Danone, Nestlé, Heinz, Hellmans, Kellogs, omnipresentes en casi todos los productos alimenticios e higiénicos que consumimos todos los días.

•Mito 2: "La ignorancia sataniza la ingeniería genética, que aportará para el avance de la humanidad"

La soja esta modificada genéticamente para tolerar y crecer pese al glifosato, veneno agro tóxico con que se fumigan los cultivos de soja para matar malezas y plagas. La soja entonces, puede tolerar este veneno, pero así también, las malezas y plagas van desarrollando resistencia, por lo que Monsanto va “mejorando” la composición de los venenos, para que también se vuelvan más tóxicos.

Por esto mismo, también modifican constantemente las semillas para que se vuelvan más tolerantes a cada nueva versión más tóxica de glifosato.

El primer problema de los transgénicos es que están absolutamente asociadas a los agrotóxicos.

El segundo problema, veremos ahora y se trata de la irresponsabilidad con que se hacen éstas modificaciones genéticas.

•Mito 3: "La ingeniería genética es precisa y benéfica, el único problema son los agrotóxicos"
 
La ingeniería genética es potencialmente beneficiosa para el ser humano, si fuera utilizada con rigurosidad científica, de manera correcta, en las manos correctas y con objetivos éticos. Podría incluso a llegar a proporcionarnos alimentos con todas sus ventajas y ninguna de sus desventajas.  

Esto de ninguna manera es el caso de Monsanto, que en 1996 lanzó por primera vez la soja modificada genéticamente al mercado mundial, sobornando a todo el gobierno estadounidense y la FDA para que no creen nuevas leyes ni hagan estudios que regulen los transgénicos: fueron lanzados al mercado sin estudios y con las menores trabas burocráticas posibles, y eso se quedó así hasta ahora.

El “principio de equivalencia sustancial” entre plantas transgenicas y no transgénicas es una farsa. Para peor, el problema de la soja en particular, es que la modificación genética se hace de manera imprecisa, con pistolas de genes que recodifican el ADN de la planta a ciegas, y trae consecuencias orgánicas en cadena impredecibles al actuar en toda la planta de manera desorganizada.

En resumen: aún si dejáramos de pensar por un momento en los agrotóxicos,  la verdad es que no sabemos lo que estamos comiendo, y todos los estudios que se intentaron hacer al respecto fueron detenidos, y son suficientemente caros y complejos como para que no puedan hacerse en cualquier laboratorio.

•Mito 4: "Los herbicidas y plaguicidas no son tóxicos para el ser humano o animales"

El nombre genérico de los herbicidas, es BIOcida, y son de amplio espectro. Es decir, “matar vida”. Como su nombre lo dice, no están hechos para florecer la vida, están hechos para matar. Al ser un herbicida de amplio espectro, mata a todas las plantas sobre el que es aplicado, no solo las “malas hierbas”, excepto los cultivos transgénicos que han sido modificados para ser tolerantes a este compuesto, lo que permite su uso indiscriminado sobre estos. Contaminan el suelo, y por lo tanto contaminan el agua, que corre bajo el suelo y también el agua de los ríos y arroyos. Impide el crecimiento de vegetación en miles de kilómetros a la redonda, por efecto del viento.

Los plaguicidas terminan también con la fauna, los animales ya sea de los ríos, bosques, arroyos, aves, etc., y van matando los bosques cercanos antes que sea necesario deforestarlos. Por si fuera poco, ningún sojero respeta el margen de 100 metros que, por ley,  se debe respetar en ambas márgenes de un río o arroyo.

En las comunidades rurales e indígenas que se han visto desplazadas por la soja, o las que viven al lado de los campos de soja, ha aumentado el número de bebés nacidos con malformaciones, producto de la exposición a estos agroquímicos, además de problemas respiratorios, alérgicos, cutáneos, cáncer, etc.

Unos tres millones de campesinos de Latinoamérica sufren envenenamiento severo por uso de pesticida por año, y cerca de 18.000 mueren de cáncer de todo tipo y enfermedades como malformaciones, tiroiditis, problemas de fertilidad, enfermedades autoinmunes como lupus, artritis reumatoidea, tiroiditis autoinmunes, tumores, hepatitis autoinmune, abortos espontáneos extremadamente comunes, leucemia, y un amplio etcétera.

•Mito 5: "El glifosato se degrada en pocas horas, no permanece en el ambiente"

En Ituzaingó, Córdoba Argentina, hay un importante caso representativo y emblemático que desmonta este mito. Se trata de una zona urbana de clase media, donde a la par del avance de la soja que cercó totalmente el barrio, los niños comenzaron a nacer con malformaciones y sufrieron cáncer, leucemia y otras enfermedades citadas más arriba.

Gracias a movilizaciones de dolidas madres de Ituzaingó, investigación y mucho trabajo conjunto de los vecinos, lograron (tras diez años de luchar con la enfermedad y la muerte) que se declare en emergencia sanitaria el barrio, y finalmente que se prohíba la fumigación aerea y terrestre en zonas urbanas argentinas. Estas madres también lograron que se analice el suelo, aire y personas. Se halló cuatro agroquímicos en la sangre de 23 niños cuya muestra se analizó. En el suelo, hallaron intactos todos los componentes del veneno glifosato. Gracias a esto, tras once años lograron el primer juicio penal en Latinoamérica a productores y fumigadores sojeros.

Además, ha sido condenado dos veces por publicidad engañosa, en Nueva York y en Francia, sobre la supuesta biodegradabilidad del glifosato, y por ello ha tenido que eliminar la palabra “biodegradable” de su etiqueta.

•Mito 6: "Los transgénicos y agro tóxicos son la única forma de asegurar el rendimiento de la agricultura a gran escala"

Se ha comparado mediante estudios hechos en EE.UU y Europa, el rendimiento de cultivos de soja libre de agro tóxicos con el cultivo tóxico.

Está demostrado que el rendimiento con el uso de agro tóxicos no es mayor al del cultivo orgánico, por lo que de ninguna manera está justificado su uso. Podría cultivarse soja orgánica, con un rendimiento similar, y beneficios similares para los productores, prescindiendo de los venenos de Monsanto.

El problema es el monopolio de las semillas de soja a nivel mundial, por parte de ésta corporación. Recordemos que semilla es alimento, y también semilla es tierra. Unos pocos concentran las semillas, y también la propiedad de la Tierra. Tierra sembrada es tierra ocupada. Se trata de una guerra por la tierra, y, finalmente, por la vida. En esta guerra, a las corporaciones les conviene la muerte de la mayor parte de la población.

Sobre la agricultura orgánica:

http://cdn3.ewg.org/sites/default/files/EWG%20Feeding%20the%20World%20Without%20GMOs%202015.pdf?_ga=1.241053323.968784389.1427142250

•Mito 7: "Todos los que están contra la soja son grupos que están ideológicamente contra el progreso, y buscan igualar hacia la pobreza"

La producción de soja sería la producción de una riqueza más, si se hiciera de manera orgánica y natural. Inclusive es legítima y no habría cuestionamiento hacia modernizar la agricultura de nuestra gente, aumentar su escala para abastecer mayores demandas internacionales.

La prioridad debe ser eliminar el cultivo de semilla transgénica que implica el uso de agrotóxicos, pesticidas y herbicidas. No “evitar el progreso”.

•Mito 8: "Los pequeños productores de soja son trabajadores que valoran la soja transgénica para su desarrollo, no son haraganes como los que la rechazan"

Muchos de los pequeños productores de soja, no siempre fueron productores de soja transgénica. Muchas familias que no quisieron emigrar a las ciudades a padecer subempleo, pobreza y marginalidad, no vieron más opción que adherirse al cultivo transgénico. Se vieron forzadas a ello por verse rodeados de mares de soja, ya que su producción orgánica de otras hortalizas moría por las fumigaciones de pesticidas.

La agricultura transgénica pasó a ser su única opción, para peor, sin nociones de una utilización correcta de los agro tóxicos (glifosato) lo hacen con el sistema de “mochila fumigadora”. Por supuesto, aumentó el número de malformaciones congénitas por la exposición directa de los campesinos al veneno.

•Mito 9: "A mí no me afecta, las fumigaciones de los los sojales esta lejos de la ciudad"

El glifosato llega directo a casi todos los productos que consumimos, tanto comida de nuestra mesa (vegetales, y también carne de cerdo, pollo, ganado), comida procesada empaquetada como galletas, dulces, condimentos, productos sanitarios e higiénicos como tampones y toallas íntimas, ropas, tejidos, hierbas, ya que la soja y sus derivados está implicada en casi todos los procesos industriales actuales.

Los alimentos procesados y empaquetados que compramos en los supermercados no “crecen” en los exhibidores, pasan por un largo proceso industrial donde se utilizan productos agrícolas que fueron fumigados por Monsanto en grandes cantidades. De otra manera la soja no tendría tanta demanda a nivel mundial.

Por otro lado, el acuífero guaraní se está contaminando a gran velocidad al ir penetrando las diferentes capas de suelo, que a la vez que se contamina se va compactando y en pocos años queda permanentemente inutilizado para la siembra.

Los bosques van desapareciendo por acción del glifosato sin que sea necesario cortar árboles, y la polinización se altera. Las abejas, que son fundamentales para los procesos biológicos, están prácticamente desaparecidas, asi como las mariposas y otras delicadas especies que mantenían el equilibrio ecológico. La biodiversidad se está extinguiendo, y el veneno llega a nuestros cuerpos, nuestros hogares y nuestros hijos filtrándose por todos los medios a su alcance.

No es un problema de lucha de clases o de pobres, como quieren hacernos creer los medios de desinformación. Afecta a absolutamente toda la población.

•Mito 10: "Podemos decidir no consumir transgénicos"

El maíz, la soja o sus derivados industriales están presentes en más del 60% de los alimentos transformados, desde el chocolate hasta las patatas fritas, pasando por la margarina y los platos preparados. Sin embargo, en todo el mundo se impide su etiquetado, justamente gracias a los mecanismos corruptos de Monsanto.

Además, la gran mayoría de los piensos compuestos (los alimentos de los animales de los que luego nos alimentamos) contienen derivados de transgénicos. Tampoco están etiquetados los productos alimentarios (carne, leche, huevos, etc.) que proceden de animales alimentados con OMG. De este modo, y pese al rechazo de la gran mayoría de los consumidores, los OMG siguen produciéndose a gran escala a nivel mundial y entrando de manera oculta en nuestra cadena alimentaria.  

http://www.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/transgenicos/que-sabes-de-los-transgenicos-2.pdf

Para recuperar nuestra soberanía alimentaria debemos deshacernos de este gran cáncer que es Monsanto, que atenta contra nuestra salud y supervivencia del país y de toda la humanidad.

Insto a los hermanos despiertos de la Argentina, Brasil, Uruguay organizarse con acciones inteligentes para erradicar este gran mal de la región.

Monsanto forma parte de la política del desorden mundial llamado Nuevo Orden Mundial, cuyo objetivo es diezmar la población mundial y lo está logrando, pues cada vez más aumentan todo tipo de enfermedades, cáncer, alzheimer, enfermedades autoinmunes, impotencia, enfermedades endocrinas, enfermedades mentales que vuelven cada vez más violenta a la población con su super veneno, donde no se fumiga solamente los campos sino sobre la población…

¡DEJEMOS DE DORMIR PARADOS, INFORMEMONOS Y UNAMONOS TODOS, PARA DESACTIVAR Y ELIMINAR A MONSANTO DE LA FAZ DE LA TIERRA, AMEN!

1 comentario:

Diarios de Bicicleta dijo...

Regis Mereles vivía en San Jose'í, una bajada en la periferia de Santa Rosa Misiones, epicentro del mayor semillero de ladrones y corruptos por metro cuadrado per capita de Paraguay. Cinco clanes de corruptos han germinado solo en mi barrio, el Barrio de San José. Si alguien se fija en Google Maps los domicilios de los Céspedes, los Bower, los Amarilla y los Mereles, de donde proviene el personaje a quien me refiero, además de mi propio domicilio, otra almáciga de la corrupción sistémica, se dará cuenta que nuestras residencias quedaban todas en el mismo vecindario. Mereles aprendió rápidamente lo que le ofrecía el oportunismo. Sabía que su carrera de Ingeniero Agrónomo no iba a ser suficiente nunca. Ser el presidente de la Asociación de productores de soja y oleaginosas, el matón de los sojeros, tampoco bastaba. Siguió haciendo hurras por donde el viento soplaba. Cuando fue director de la SENAVE, se convirtió en juez y parte y robó miles de dólares con el turbio negocio de los agrotóxicos. La lista es demasiado larga...